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  • Fefé Fridman y Lucía González Machado

Una ruta por el pensamiento


Hoy inaugura la Temporada 25 del Espacio de Arte Contemporáneo (EAC). Son las 20.30 y apuramos el paso para no perder detalle. La entrada nos recibe con brasas de cigarros, mientras el humo se desdibuja entre conversaciones de aquellos que hacen tiempo en la escalera, en su mayoría jóvenes.

Una vez adentro, sonidos que provienen de varias salas, personas que entran y salen, una efervescencia que es testigo de la transformación de esta ex cárcel, hoy un ámbito vivo y de pensamiento, de gran referencia sobre las prácticas artísticas contemporáneas.

La contraposición entre el antes y el ahora genera cierta extrañeza. Es lo primero que pensamos, pero se diluye rápidamente, pues lo importante es el hoy de este espacio, que en cada temporada hace un llamado motivador a la reflexión y a las más diversas emociones.

El recorrido se vuelve heterogéneo, diferentes lenguajes conviven y a la vez se repliegan a su interior particular, a la experiencia intransferible de cada propuesta. La inmensidad del lugar y sus recovecos nos invitan a ser curiosas. Nos llevan a explorar una y otra obra de forma bastante aleatoria con una libertad ilimitada. No hay un inicio ni un final.

A cada movimiento, una suerte de reset con cada artista, pues la historia es muy distinta con cada uno, aunque existan conexiones y líneas de pensamiento que nos guían en este trayecto.

Como seres que naturalmente buscamos el orden enfrentados al caos, nos dirigimos a la sala 0. Su estrecha entrada apenas nos permite detenernos a leer la hoja de sala. Pero lo hacemos, cortando el paso de los demás, ¿y qué?

Ya adentro no podemos evitar caer; su mirada extenuada y casi poseída por algún demonio errante nos atrapa y nos derrumba. Logrando, con esfuerzo, apartar la vista, encontramos a aquella, la opuesta, con la mirada perdida, enajenada en sus pensamientos, esperando; hay algo familiar en su actitud, nos acerca. Entre ambas mujeres creemos encontrar un punto medio, algún lugar en el que reposar la mente ya sobreestimulada, pero fallamos... nos perdemos con unos jóvenes en el bosque.

-Aparte de todo, de Damián Linossi (Ar), tres videoinstalaciones proyectadas simultáneamente a nivel del suelo.

Una tormenta, ruidos, interferencias y estruendos nos azotan en una atmósfera casi mística provocada por la imágenes religiosas (nada menos que la primera mujer sudamericana en ser canonizada), que de cierta manera apaciguan este instante y se mantienen como firmes sobrevivientes a esta tempestad.

-Temporal de Santa Rosa, de Brian Mackern, desarrollado durante 15 años y que ha estado en más de 30 ciudades.

Ahora la atención se concentra en ese cosmonauta flotante; en una suerte de cámara lenta se va desdibujando y se dirige inevitablemente al vacío. Mientras, un barco se hunde envuelto en llamas y un náufrago se aleja pesadamente. El tiempo parece detenerse, mientras que desde afuera de la sala una melodía de un teclado acompaña el momento como si se tratase de un hecho planificado.

Libertad y tiempo, instantes y decisiones que definen nuestro devenir; ambas situaciones nos dejan en jaque, ¿realmente somos libres? ¿Necesitamos de esos momentos límite para serlo, aunque sea por “un minuto”?

-Minuto de libertad, de Marcelo de la Fuente (Ar) y Ricardo Pons (Ar), de la plataforma Diálogo en Construcción, de Gabriela Larrañaga (Ar).

Continúa la melodía, los asistentes nos mantenemos absortos aunque las distorsiones que acompañan al teclado generan un ambiente enrarecido y a la vez hipnótico. Dos personas miran la nada en medio de todo este asunto. Interrumpen el paso pero no nos inquieta, parece que todos entendiéramos lo que allí sucede. En el subsuelo la historia continúa: un grupo de mujeres se detiene, una parece dirigir al resto. Descalzas, realizan una serie de movimientos idénticos, un bloque femenino que fluye en el espacio, el grupo performático se disuelve, y los espectadores vuelven a lo suyo con algo de desconcierto.

Estas performances fueron el resultado de un laboratorio/taller de la artista residente Veronika Márquez. Para este se realizó una convocatoria abierta y luego varias instancias de encuentro y ensayo. La investigación parte de la identidad y la integración al espacio.

A partir de breves leyendas adheridas a las paredes, la imaginación se dispara, y empezamos un viaje por los museos del mundo. La obra sin nombre, de Gerardo Podhajny, sugiere un recorrido por planta baja, tan atrapante que, al adentrarse en él, se pueden pasar por alto el resto de las exhibiciones. El artista nos expone a una investigación sobre el quiebre entre la obra y el título posvanguardias del siglo XX.

Vestigios de pared de diversas tonalidades emergen delicadamente del blanco de la sala formando un nuevo paisaje que surge de lo viejo, una suerte de mapa con sus continentes, una nueva realidad a partir de lo que una vez fue. La vida de esos espacios, que ahora no son, conviven, generando esta nueva historia de transformación y permanencia.

-Novus, de Rita Fischer.

Al final del largo pasillo de planta baja varios colgantes se desprenden del enrejado, blancos e iluminados. Más cerca, el detalle: paños de crochet que frágilmente penden del techo nos recuerdan a nuestras abuelas y sus manos incansables, sobre un oficio que hoy pocas personas realizan. Solidificados por medio de una “vitrificación en porcelana” —según describe parte del guion de la muestra—, se mantienen rígidos, perpetuos en su forma, a modo de mantener ese acto artesanal, reflexionando y creando conexiones entre el ayer y el hoy.

-Patio interior, de Loreto Buttazzoni (Cl).

"Estrategias de elusión", de Damián Linossi (In Situ).

En el subsuelo, un hilo conductor complejo, una trama con diversos lenguajes: libros sin palabras que aluden a un diálogo silencioso con la nada, un altar que sacraliza la propia imagen de la artista, poniendo al cuerpo como objeto sagrado, mientras que en tumbas de diferentes ciudades se salva la memoria de quienes fueron olvidados; aparece el color del cielo como símbolo de libertad del hombre, y el uso de la tormenta como metáfora ante los diversos cambios que enfrenta la humanidad.

-In Situ, exposición colectiva, con proyectos de residencias artísticas y de intercambio con un artista local. Participan: Daniela Arnaudo (Ar), Manuel Casellas (Es), Damián Linossi (Ar), Brian Mackern (Uy), Veronika Márquez (Uy/Es) y Tomás Rawski (Ar).

 

Tips para visitantes:

T25

*Permanecerá hasta el 25 de mayo.

*Visitas guiadas en diversos formatos. Horarios disponibles en la web y en Facebook.

*Nunca está demás decir que recomendamos un recorrido calmo y consciente; hay mucho para ver y conocer.

EAC

*Miércoles a sábados de 14.00 a 20.00 y domingos de 11.00 a 17.00. Entrada libre y gratuita. Arenal Grande 1930.

*Colección EAC, seis libros que compilan proyectos, investigaciones y exposiciones de artistas nacionales y extranjeros que han formado parte del museo.

*Web actualizada, simple y accesible. A destacar las publicaciones de las diferentes temporadas, un registro de mucho valor, en formato pdf y para descargar. Sobre la Temporada 25.

*Hacer uso de la biblioteca y el laboratorio, salas de descanso activo y reflexión.

*Buscar mediadores, preguntar, preguntar y preguntar.

---Bonus track: Convocatoria abierta para participar en una residencia en formato work in progress con el artista performer Elías Migues, enmarcado en el proyecto Objeto degenerado, de Claudia Mera, Fernando Barrios y Fabricio Guaragna. Más info: [email protected].

Sobre la Cárcel de Miguelete

Se inauguró en 1888, bajo el gobierno de Máximo Tajes, en pleno proceso del Militarismo, en el antiguo Barrio del Retiro.

Su diseño es una adaptación del modelo de panóptico —creado a fines del siglo XVIII en Inglaterra, permite al vigilante observar a los reclusos desde un eje central, sin que estos lo sepan, reforzando la sensación de control omnipresente—, a uno radial, versión más simple y económica.

Con el exponencial crecimiento de las ciudades como la gran Aguada, formada por inmigrantes acaudalados de las nacientes clases medias, y no tanto, la cárcel —antes alejada de la vida urbana— pasa a rodearse de casas con diseños afrancesados e instalaciones precarias, y a ser paseo de domingo de sus moradores.

Fue clausurada en 1986, aunque siguió recibiendo menores infractores hasta 1990. En 1988 se inauguró el Centro de Diseño Industrial (hoy Escuela Universitaria Centro de Diseño) en un área de la cárcel sobre la calle Miguelete, hoy parte de la expansión del EAC.

Sobre el EAC

Es uno de los únicos lugares de producción y exhibición exclusivamente de arte contemporáneo, por ello podemos comprender la brevedad de sus temporadas, de tres a cuatro meses. Se inauguró en 2010 por iniciativa del Ministerio de Educación y Cultura, y de la Dirección Nacional de Cultura.

Para sus exhibiciones se vale de varios recursos, como iniciativas institucionales o intercambios con instituciones nacionales o extranjeras, pero sobre todo con convocatorias abiertas y públicas de presentación de proyectos artísticos, que luego estructura en temporadas.

Cuenta con la Sala_Taller, donde se generan talleres y laboratorios especializados o dirigidos al público, en los que se abordan diversas problemáticas en torno al arte contemporáneo. También se ha acondicionado para residencias artísticas.

Algo a destacar del EAC son los roles de mediadores. Dado que el objeto artístico es parte de la vastedad del arte contemporáneo, el guía omnisapiente no aplica para acompañar al visitante, sino que aparece la figura del mediador, cuyo objetivo es crear un clima de reflexión e interacción, para darle sentido a la exposición en recorridos comentados o conversaciones, permitiendo una mayor participación e involucramiento, con el objeto de arte como disparador de los más variados significados.

También nos encanta el EAC, somos así, ¿qué le vamos a hacer?

 

Podés escuchar esta nota recitada por Fefé y Lucía:


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