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  • Francisco Álvez Francese / Gastón Haro

6. Espectros


Sobre “Los matreros” de Blanca Luz Brum (Las llaves ardientes, 1925)

Como una furia, como el vendaval que abre del todo la puerta cuando apenas asoma, como la caña que se apura con los ojos apretados, entran esos ruidos y la música. Hay unos relinchos muertos, unos hombres de sombra que galopan desde una grieta en el presente: el fluir del recuerdo que brota —agua podrida en un mundo sin caballos, sin extensiones de infinito, sin patriadas, ni gritos que llamen al desorden—. Corre el poema de Brum como en precipitados encabalgamientos, suspiros y vacilaciones y todo se proyecta en una luz pálida, lunar, estroboscópica y proyecta el temor y el callado deseo del rapto. En un adverbio (“raramente”) se condensa el sentido de lo que se oye como en un túnel del tiempo, desde los levantamientos alumbrados por el fuego y el relucir frío de las espuelas. Pero al final esas marchas lúgubres, veloces y precisas se revelan de altos fugitivos espectrales, de ponchos de tinta, de asados de humo y lamentos de otromundo y son el deslizamiento preciso de la fantasía y el sueño. Han quedado impresos en el pasto, esos cuerpos flacos, el miedo de su lazo, del puñal pronto, de la mano dura y de ahí se yerguen para arriar banderas y carnear vacas ajenas. Van huyendo y en eso, en el viento, su camino es frontera, vida y muerte, contrabando, cara y cruz, día y noche, anhelo y espanto. Los árboles los guardan, deben muertes y monedas; los milicos los persiguen, hablan poco y fuman lento. Todo el territorio es su aliado, pero existen solo en versos. Desde su fantasmática soledad hacen a la luna cabriolas y la noche toda se vuelve jinete y corcovea en la yegua de los campos, como un espíritu final de disciplina, del lejano sonar de las marchas que exigen densidades de silencio. Pero toda huida clama y el poema se levanta desde esas voces que abren a climas de entresijos e imposibilidades que se muestran, escurridizas, limpias como estancias, como campo de pruebas en el que anda lo proscripto, lo escrito para mostrarse.

F: Gastón Haro

Van cruzando los potreros saltan cercos y alambrados!...

Se internaron por el monte

y ahora siguen por el llano.

(Y la luna los recalca por los campos...)

Van los cascos rechinando raramente

al cruzar los pedregales...

¡Cómo dicen de ansiedades

los galopes que se pierden en las noches empapadas

de silencio y soledades!

Y se oye el chocar de las culatas

de las viejas carabinas rezagadas

de la última revolución.

¡Cómo engaña el viento a veces!

Ya parece que se vienen... que se acercan... Ya parece que se alejan... que se alejan... por el vasto y solitario campo de los llanos.

La noche

borracha de silencio,

sobre el anca de una loma se ha doblado.

 

El texto y el poema recitados por Francisco:


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