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  • Gonzalo Leitón

La música de Fredy Pérez


No hay muchos músicos en Uruguay que hagan lo que está haciendo Fredy Pérez. Tanto por su repertorio como por el modo en que lo interpreta, ocupa un lugar poco concurrido en la actualidad. Fredy selecciona temas de la tradición musical popular rioplatense —milongas, estilos, tonadas, tangos; algunos conocidos, aunque la mayoría bastante oscuros— y los versiona de un modo muy personal e íntimo que requiere una escucha atenta e introspectiva.

Fredy nació en 1961 en —de todos los lugares— Tacuarembó; a los seis o siete años ya cantaba por radio en programas mañaneros de música folclórica. Empezó a tocar la guitarra de modo autodidacta y estudió luego con docentes como Severo Núñez, Ricardo Rodríguez Cruz y Luis Pintado; de a poco la guitarra le fue ganando espacio al canto. En 1986 se radicó en Montevideo, tomó clases con Abel Carlevaro, Jorge Lazaroff, Horacio Olivera y Esteban Klisich, entre otros. A la tradición de la canción campera le fue agregando el elemento urbano y tanguero. Integró el Cuarteto Zitarrosa y acompañó en la guitarra a cantantes como Malena Muyala, Ana Prada y Mabel Hopenhaym. En 2012 editó, por el sello Ayuí, un álbum solista: Me gusta lo desparejo.

La labor de Fredy es una verdadera recuperación de canciones, de músicas y de textos, que en su mayoría no son interpretados hoy en día. Son, como él mismo dice, “canciones en vías de extinción”. Con su reaparición reafirman la riqueza del cancionero popular uruguayo y argentino. Pero, sobre todo, del cancionero campero (porque el tanguero suele ser más transitado), desde el que pueden surgir piezas asombrosas.

“¡Juera guay!” tiene casi 90 años, la compuso el bonaerense Santiago Rocca a inicios de los 30. Con imágenes muy poderosas, la letra describe el paso de una tropa, a la vez que da cuenta de un oficio perdido en el tiempo: el del tropero. Pero el texto va más allá y compara la escena con algunos aspectos de la vida de los hombres. Así, los terneros que quedan entreverados en la manada van “aplastados, devorando los barros” que los demás pisan, y “los toros mañeros, en las culatas”, van “trasijaos por la marcha” y “cruzan las patas”, sin ánimo ya de andar, vencidos y sin ilusiones.

“Como un saludo cordial” (también conocida como “Las carretas”) es una milonga que cantaba el rochense Héctor Abriola a inicios de los 501. El texto también habla de la marcha de una tropa, pero lo hace desde un lugar completamente distinto: en vez de describir el andar de los animales o el oficio de los hombres, se detiene en el ambiente, en los colores, en los sonidos, en un juego de extrañísimas metáforas y de imágenes fantásticas, además de utilizar palabras poco frecuentes en la lírica popular y lograr rimas muy originales: policroma/loma, espirales/iniciales, cuclillas/cuchillas/costillas, melancólicas/eólicas.

Una línea temática muy marcada atraviesa las canciones que Fredy selecciona. Las letras son sustancialmente tristes, de mucha profundidad, y por lo general, la profundidad suele ser (¿es?) sustancialmente triste. Hay lugar para tribulaciones varias: amores perdidos (“Tu despedida”, de Ramón Ayala2), amores muertos (“Milonga triste”, de Homero Manzi y Sebastián Piana), soledades (“La solita”, de Edmundo Rivero, Víctor Buchino y Enrique Cantore), corazones alcoholizados (“No te apures, Carablanca”3, de Carlos Bahr y Roberto Garza), el inexorable paso del tiempo (“Carrousell”, de Federico Silva y Armando Pontier) y —mis preferidas— las penas de domingo (“Domingo de aguas”, de Osiris Rodríguez Castillos, y “Llegó el domingo, Ramón”, de Alberto Gutiérrez).

—Yo parto de una base instrumental —explica Fredy—, que me coincide justamente con la canción que andaba buscando. Es una cosa extrañísima, pero es lo que me sucede, si no no saldrían esas canciones así. Como “Tu despedida”, que no tiene nada que ver con la original. O como “Domingo de aguas”. Son obras de guitarra que empiezo a hacer, y después les canto la letra y andan —Quizás este es uno de los motivos por los que las versiones que hace son tan personales.

Muchos de estos temas los sabe de toda la vida:

—“Llegó el domingo, Ramón” es un tema que yo sé de memoria, porque lo canté de niño. Por eso es concreto, una milonga medio derecha tocada. ¿Por qué? Porque no se me ocurrió nada, se ve que la tengo de tantos años trabajada…

Esta canción es una rareza absoluta. Fredy la descubrió mientras oía un programa de radio que tenía su hermano en Tacuarembó:

—Él me la pasaba una vez en la semana, o dos veces, porque decía que lo iban a echar de la radio si pasaba siempre el mismo tema. Yo la tenía que registrar ya, porque pasaba. Entonces recordé siempre esa versión. Mi hermano después me copió la letra a máquina.

Otras veces, mientras toca la guitarra y tararea, las canciones aparecen naturalmente:

—“Tal vez mañana” la hice así, en un rato. Yo sigo insistiendo que en las canciones no hay que trabajar nada, cuanto menos trabajás, mejor. Podés trabajar la parte técnica, de repente. El que escribe puede trabajar un texto, pero dejando espacio; que hoy me tengo que sentar a trabajar no.

Sin embargo, hay lugar para el trabajo al momento de versionar canciones más conocidas, como “Naranjo en flor” (de los hermanos Expósito) o “Milonga triste”:

—Con esos temas tuve que hacer algo completamente por fuera, porque están muy trillados. “Milonga triste” se aleja bastante del original. Lo ha hecho tanta gente... Yo escuché toditas las versiones para ver cómo la podía hacer.

También hay espacio para la búsqueda:

—Yo fui mucho a la feria. Casi todo lo encontré en discos de vinilo. Busqué temas de Edmundo Rivero, que me gusta mucho: “Las tonadas son tonadas”, “La solita”. Y siempre es por la música, después veo la letra.

De todos modos, existe siempre una continuidad entre esas músicas y un tipo de texto específico, que maneja la tristeza y la profundidad:

—Hay una conjunción de esa música que hizo el tipo con esa letra. Indudablemente. Yo la elegí por eso. Después le puedo dar el tono o la vuelta que yo le encuentre, que siempre es para ese lado, no lo voy a ocultar. No puedo hacer otro tipo de canción. Yo no puedo cantar “Garufa”, por ejemplo, no me sale bien.

Como es (o debería ser) sabido: cantar temas tristes y de ausencias no tiene por qué provenir de un músico triste y ausente. Fredy es generoso en la risa, y está muy presente en sus canciones, a través de una interpretación muy delicada en guitarra, y una gran sinceridad y ternura en la voz:

—Yo disfruto realmente cantando esas canciones. Acá estoy en lo mío, no tengo dudas de nada, yo me siento cómodo en ese lugar. No sabés lo que es para mí cantar y tocar eso. Porque yo lo que más quiero es tocar eso.

—¿Y vos te sentís cómodo en ese registro aunque sea triste?

—Aunque no: que sea triste.

 

Para conocer más de Fredy Pérez:

My Space

YouTube

Su álbum Me gusta lo desparejo se puede encontrar en la tienda de Ayuí Discos en Avda. 18 de Julio 1618 (hall de Teatro El Galpón).

 

“Como un saludo cordial”

Letra: Rodolfo Blas Arrigorriaga

Música: Néstor Feria

Como un saludo cordial

Que el bosque agita y exhala,

Sobre los arcos de un tala

Se está hamacando un zorzal.

Y por el camino real

Una gran carreta asoma,

Rompiendo la policroma

Quietud de las arboledas,

Como un rancho con dos ruedas

Que va buscando una loma.

La claridad estelar

Ilumina los caireles

Dibujando los rondeles

De los cueros de jaguar.

Alguien empieza a contar

La tristeza de sus males,

Una manos hace espirales

Con las cuerdas y las tiaras

Y las cuelga en la picana

Como un montón de iniciales.

Por el tortuoso renglón

La tropa lenta y tranquila,

Parece una larga fila

De brujas en procesión.

Y como un negro crespón

Que en la llanura flamea,

La larga fila se arquea

Quejumbrosa y jadeante,

Como un monstruo agonizante

Que en las sombras cabecea.

Como viejas en cuclillas

Bajo la verde extensión,

Las carretas en montón

Se han parado en la cuchilla.

Sobre las blancas costillas

De los toldos silba el viento,

Y cerca del fuego el acento

Lleno de amargo resabio,

Muerde y estruja los labios

Con las palabras de un cuento.

Siempre con la misma pena

Van cantando melancólicas,

Como guitarras eólicas

Bajo la noche serena.

La luna pálida y buena

Vuelca en el toldo su cara,

La negra visión se aclara

Como una brillante pauta,

Y el viento toca la flauta

En las cañas de tacuara.

 

Notas:

1 Fue editada en el disco Un mapa musical del Uruguay, integrado por grabaciones del musicólogo uruguayo Lauro Ayestarán entre 1943 y 1966 y editado por el sello Tacuabé en 2003.

2 Ramón Ayala (nacido en Misiones, Argentina) es músico, pintor, poeta y un personaje increíble, un surrealista de la selva misionera. Vale la pena ver un documental de él, del director Marcos López.

3 “Me achica el corazón / salir del corralón / porque me sé perdido / me alivia la ilusión / que ofrece el bodegón / en su copa de olvido / Caña en la pena / llama que me abraza / mal que no remedia / pena que se agranda / Siempre lo mismo / voy para olvidarla / y entre caña y caña / la recuerdo más”.

 

La nota recitada por Gonzalo:


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