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  • Alejandra Frechero

Desdibujar


El lomo de un buey. Si lo nombro lo mato, si no lo nombro pierdo los brazos, ¿es que acaso vemos en sueños o acaso sabemos? Entre las fuerzas de la maleza revuelta que sobrecarga: el lomo de un buey se descompone en interacción con la forma de otras fronteras. Cuántos hilos caen de una foto, cuántas manos salen de los ojos y hacia dónde, del sentido del ancla y su peso si solo es en ronda, bordeando que andamos.

Dos caballos, estáticos, de pelos reverberantes queman en el negro vacío del campo y, ante semejante aparición, uno se siente oscilar entre la liviandad del lenguaje inmediato y los tirones de un mundo sellado.

Cecilia Vidal nació en Montevideo en 1989. Fotógrafa y comunicadora, algunos de sus proyectos: Buceo (2013), Boira (2016), Terciopelo Rojo (2017), Lar (2018).

Si existen líneas generales posibles a trazar en relación a su obra, estas son las que dibujan el vínculo entre los opuestos: entre el vacío y lo habitado, entre lo vivo y lo que no se mueve. Una fotografía que se libera de lo particular para manipular con arte los Rastros, que, permeados en cada cuadro, destuercen lo oculto y abren la salida hacia una nueva altura.

Imágenes que presentan estructuras y composiciones irregulares abarrotan la mirada sin paralizarla a través de un tipo de representación que evita aislar al sujeto. Arrancadas muchas del tiempo social, en alianza con el silencio, sus fotografías se asemejan en este sentido a los sueños, de contenido incierto, vagabundo y sugestivo. Son intervalos en los que proyectar, y la buena noticia es que este espacio dura y se renueva inagotablemente, va por fragmentos que el espectador debe hendir para dilucidar.

Así, por medio de exposiciones largas y superpuestas que estudian el movimiento en Terciopelo Rojo, las imágenes de Cecilia generan espacios dobles, dislocados, de límites multivalentes que —¿por qué no?— conducen a la ficción. Porque este tipo de fotografía no deja de ser narrativa, de tiempo chicloso; son contextos fuera de contexto. Hay en la imaginación un antes y un después que va más allá de la escena retratada. Opacas, difusas, en viejas salas de cine que fueron teatros confieren cierto terror psicológico lyncheano.

Boira, fotolibro publicado por el CdF en 2016, supone un compendio de fotografías que presentan paisajes nocturnos, selvas, retratos de Latinoamérica en movimiento. Un pastiche intuitivo que concibe un mundo abundante y misterioso unificado por imágenes suspendidas, generadoras, cada una, de silencios que abren puertas.

“Toda imagen nace de un diálogo preciso entre el sonido, con sus timbres y tonos, y el silencio, como apertura que se pronuncia en cada elemento. La plasticidad del silencio, sus formas y su registro son los ejes de esta serie de fotografías; un cúmulo de intensidades que grita hacia atrás de la imagen, moldeando sus rostros y horizontes. Por eso el silencio es también identidad, y comparte con el mundo la esencia de todas las cosas. La Boira es una nube baja o neblina, que transforma el paisaje en un espacio que pareciera hablar desde sus rincones y anima el sigilo. Los ríos, los pueblos, los ojos y sus grietas, todo allí nombra las cosas por sus bordes”.

Manipulando lo vacío, Cecilia Vidal se expresa en ademanes ciegos que unifican los opuestos. Creadora de silencios que despiertan, no dejen de escucharla.

Web: ceciliavidal.uy Exposiciones actuales: Lar, Verzasca Foto Festival, Verzasca, Suiza.

 

La nota recitada por Ale:


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